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Resumen

El  presente artículo  examina la crítica feminista al conocimiento en las universidades españolas,  gestada en los  inicio de la transición democrática,  a finales de la década de los setenta. Igualmente,   la contribución del cuestionamiento feminista a la democratización de la sociedad y de las universidades. 

 

Se estudia el caso del Instituto universitario de estudios de la mujer de la Universidad Autónoma de Madrid y su contribución a través de actividades docentes e investigativas,  así como su trabajo en red con otros centros homólogos y organizaciones de la sociedad civil. Este trabajo señala los progresos logrados,  pero también algunos de los problemas que persisten.  Se muestra  algunas paradojas y contradicciones por la estructura y organización de la universidad que dificultan dichos avances.  Se establecen algunas líneas de actuación en orden a reforzar una genuina agenda de transformación a través de políticas de igualdad en el marco de la universidad.

 

Palabras clave: crítica feminista; universidades; políticas de igualdad

 

Abstract

The current communication examines the feminist critique of knowledge in the Spanish universities at the early democratic transition. It studies the contribution of feminist criticism to the democratization of the universities and the Spanish society and the epistemology criticism as a political aim of the new society. Throughout the analysis of the creation of the Woman´s Studies Institute, the legal framework, the reformers implemented at the university and the society as a whole, but specially through the research and teaching activities develop from the Institute and the networking with other universities and civil organization the knowledge transformation are described. Important progresses have been made, but unfortunately, some problems persist. The current work shows the important existing process of change but a t the same time some paradoxes and contradictions within the structure and organization of the university. The communication makes recommendations and guidelines for future action in order to establish a truly equal agenda through equality policies within the university framework.

 

Keywords: feminist knowledge; universities; equality policies

 

 

 

Introducción

A mediados de los años setenta, últimos años del franquismo y comienzo de la transición española, pequeños núcleos universitarios de profesoras y alumnas feministas comenzaron a desarrollar fuera de los programas oficiales, actividades académicas que dieron lugar a la creación de los primeros estudios feministas que se autodenominaron de diversas maneras: de la mujer; de las mujeres, feministas o de género.

 

La universidad española, como el resto de la sociedad, había sufrido los rigores de la dictadura y era todavía una universidad jerárquica, tradicional, anquilosada y patriarcal tanto en su organización como en los contenidos de la docencia y la investigación. En  aquellos años, en algunos centros universitarios, entre los que destaca la UAM, grupos de  profesoras y estudiantes que combinaban la docencia y la militancia,  iniciaron en el ámbito de la universidad un duro trabajo con debates y demandas planteadas desde el movimiento feminista trasladando dichas cuestiones a los contenidos y las formas de producir y transmitir el conocimiento (Folguera, 2005, 360). 

 

Analizar  las condiciones de la propia existencia no podía menos que cuestionar, por parte de las mujeres, los modos de conocer y las formas de explicar la desigualdad;  la ausencia de la vida de las mujeres y las propuestas de transformación surgidas desde ellas.  Por todo ello, el feminismo a partir de los años sesenta y como en ningún otro movimiento social, creció combinando dialécticamente teoría/praxis y praxis/teoría (Ballarín, Gallego y Martínez 1995, 16)

 

  “De este modo,  la política feminista comenzó a entenderse también como crítica académica” (Moltó, Campillo, Martínez Benlloch, 2005, 67). Una tarea ineludible por  llevar a cabo en el marco de “una universidad que no se percibe a sí misma como institución que discrimina y que vive inmersa en el espejismo de que el conocimiento es neutro y de que se trata de un espacio meritocrático en el que no existen desigualdades” (Pérez y Andino, 2005, 92).

 

   Esta percepción ha comenzado a cambiar en los últimos años, aunque no de una manera generalizada ni homogénea en todas las universidades, precisamente con  la aprobación de planes de igualdad,  resultado de la creación de las denominadas Unidades de igualdad,  encaminadas a revertir las desigualdades existentes.

 

En este trabajo se atiende de manera especial el caso del Instituto universitario de estudios de la mujer de la Universidad autónoma de Madrid, pionero en el marco de las universidades españolas de finales de los setenta.   Desde sus inicios sirvió de inspiración a otros centros feministas homólogos,  creados posteriormente. Se analizan algunas de sus contribuciones en la tarea de transformación del conocimiento y el cambio de la propia universidad. Se comenta,  también la creación, en 2009,  de la Unidad de igualdad de género como organismo encargado de diseñar las políticas de igualdad en la universidad. Se resalta la importancia de la retroalimentación de ambas instituciones en un contexto en el que pese a los muchos avances se producen paradojas y contradicciones que impiden el avance deseado. Por último se señala algunos retos.

 

Transformación del conocimiento como exigencia feminista. Breve memoria del contexto

 

Con el fin de clarificar la creación de espacios de investigación feminista en las universidades es preciso destacar que en 1979 se celebró en la Universidad autónoma de Barcelona la I Jornada del Patriarcado, donde se estableció el Seminari d´Estudis de la Donna (SED)  Durante el año académico 1978-79  el curso de Humanidades contemporáneas fue la presentación pública del Seminario de estudios de la mujer (SEM) en la Universidad autónoma de Madrid.  En 1980, el financiamiento para una investigación en Antropología dio origen en 1981 al Seminario de estudios de la mujer en el país vasco. En 1982, en la Universidad de Barcelona se creó el Centre d´Investigació Historica de la Dona (CIHD) que nació con el objetivo general de “estudiar la vida de las mujeres y de contribuir con la transformación del saber científico y las prácticas académicas” (Ortiz, 2005, 42).

 

Todas estas iniciativas respondían, sin duda, a una misma necesidad, un mismo impulso y convicción colectiva, la de transformar el conocimiento sobre las mujeres y el conocimiento mismo;  la de transformar la universidad y la sociedad. Estos cuatro centros pioneros se desarrollaron de forma completamente diferente y ejemplifican la diversidad de procesos que tuvieron lugar en los distintos contextos, políticos y académicos de aquel momento.

 

Según el Libro Blanco de estudios de las mujeres en las universidades españolas (Ballarín, Gallego, Martínez Benlloch, 1995) la progresiva consolidación democrática, con el desarrollo legislativo y modernizador de las estructuras de la sociedad y de las universitarias, resultó   una oportunidad para el desarrollo del feminismo dentro y fuera de la academia.

 

La creación de un organismo específico para los derechos de las mujeres: el Instituto de la mujer -organismo autónomo- así como  la Ley de reforma universitaria (LRU) ambos de 1983, fueron instrumentos que contribuyeron con  la expansión de los estudios de la mujer. La LRU, con todas sus insuficiencias, abrió algunas posibilidades para el profesorado femenino universitario. Su presencia, meramente simbólica hasta entonces, logró  que entre el 25% y el 30%  del  profesorado se quedara de  forma permanente, sobretodo en el cuerpo de graduados  de la escuela universitaria y de la universidad. Este contexto, más la entrada de España en la UE en 1985,  fueron un escenario favorable para la creación de nuevos centros feministas de investigación los cuales  se crearon desde mediados de los ochenta hasta los noventa.

 

La mencionada Ley de reforma universitaria que entró a regir  en 1986 y que tuvo como objetivo conseguir la organización democrática de la universidad y su modernización científica;   así como el intento de lograr una mayor conexión entre universidad y sociedad fue el marco normativo que permitió que las integrantes del Seminario de estudios de la mujer (SEM) de la ,  trabajaran para convertirlo en instituto oficial de Investigación,  con el fin de lograr su institucionalización en el seno de la universidad;  ya que la Ley contemplaba la posibilidad de crear institutos universitarios de investigación. Un proceso que culminó en 1989 con la aprobación del Instituto universitario de estudios de la mujer (IUEM) por parte de  la Junta de Gobierno de la UAM;  4 años después,  en 1993,  fue  aprobado por real decreto emitido por el Consejo de Ministros, lo que lo convirtió  en el primer Instituto de estudios de la mujer del estado español.

 

En el ámbito de la investigación feminista española es reconocido el empeño personal de la socióloga y economista María Ángeles Durán por  abrir un espacio de reflexión y crítica al conocimiento, espacio  que fue consolidando las actividades del Seminario de estudios de la mujer en la Universidad Autónoma de Madrid. Su vinculación al IUEM a lo largo de estas décadas ha seguido generando iniciativas perdurables y altamente innovadoras para el Instituto,  pese a  su pertenencia académica al Consejo superior de investigaciones científicas (CSIC) como profesora de Investigación.

 

            Hay que destacar su libro Liberación y Utopía (1982) una de las obras pioneras en la crítica feminista española. En dicha obra reunió los trabajos de prestigiosas investigadoras de diversas disciplinas;  a quienes les preocupaban los problemas metodológicos y epistemológicos en sus respectivas áreas de estudio y que les unía la convicción de la importancia del cultivo de la ciencia para la liberación colectiva. En el prólogo,  Durán da cuenta de la lucidez colectiva que genera, en el panorama transnacional,  la irrupción e incorporación de las mujeres en el mundo de la cultura institucional y académica. En sus primeras manifestaciones, el acceso a la autoconciencia tomó la forma de un extrañamiento, de un malestar intelectual. Se hacen evidentes, casi de golpe, la parcialidad de los saberes recibidos, la inutilidad de los métodos que permitían conocer  las realidades que se consideraban  imprescindibles, así como la carencia de medios de  transmisión de esos nuevos conocimientos.  No se podía esperar, a su juicio, que la presencia de las mujeres en la universidad fuera una eterna escena de repetición, es decir una “reproducción obediente” (1982,11).

La construcción histórica de la ciencia y la imposibilidad de neutralidad se refleja en las propuestas para su renovación desde una perspectiva no sexista. 

  

Esta renovación intelectual se puso de manifiesto durante décadas en la profusa producción científica de investigadoras de diversas disciplinas que también hicieron,   en el SEM primero y en el IUEM luego, un foro de encuentro internacional y nacional con  proyectos de investigación, seminarios. Su aporte se vio reflejado también en  las Jornadas internacionales de investigación Interdisciplinaria, que desde 1981 hasta la actualidad se celebran bianualmente; giran  en torno a un tema monográfico y  año tras año se publican,  conformando una nutrida colección de libros que supera la treintena de volúmenes.

 

 La fecha de 1981 como punto de arranque de las I Jornadas es significativa porque fue un siglo antes, en el año 1881 cuando una mujer obtuvo por primera vez el grado de licenciatura en una universidad española. Así, en el centenario de aquel acontecimiento cobró especial alcance que en la Universidad autónoma de Madrid se constituyera un espacio académico cuyo propósito era impulsar un conocimiento crítico sobre la herencia científica recibida y que promoviera  la búsqueda de nuevos paradigmas que hicieran posible los cambios de las mujeres en la estructura social (Maquieira, 2005, 335).

 

Con ocasión del Encuentro de las unidades de igualdad, celebrada en la Universidad autónoma de Madrid en mayo de 2016,  María Ángeles Durán fue invitada a impartir la conferencia inaugural y volvía a plantear la no neutralidad de la ciencia, los sesgos y omisiones que conlleva y los retos que quedan por delante. Apelaba a las unidades de igualdad en general y en particular,  a la Unidad de género de la UAM y al IUEM a renovar el compromiso con la función de instaurar y promover nuevos valores en la producción de la ciencia y que la igualdad esté presente como eje transversal en la producción, transmisión y recepción del conocimiento. Destacó, tomando como referencia sus muchas y excelentes investigaciones sobre los usos del tiempo, la cuantificación de los costes del cuidado y de la enfermedad;  la escasa transformación de la economía tradicional que invisibiliza el trabajo no remunerado (desarrollado por las mujeres) lo que  afecta de forma directa  las políticas de sanidad, jubilación, educación, transporte y/o alimentación (Durán, 2017). A su juicio, el cuidado que sigue recayendo en las mujeres es la condición para que otras personas puedan ser libres para cubrir sus aspiraciones. 

De este modo, el análisis de los sesgos de género en la práctica científica sigue siendo una tarea muy relevante y forma parte de un quehacer  colectivo que va arrojando importantes logros pero que no puede darse por concluida. Sesgos que exageran o ignoran las diferencias; sesgos de género en las prioridades científicas,  en los modelos teóricos y en las preguntas de investigación; en el planteamiento de las hipótesis y en la definición de variables; en los diseños y muestras empleadas; en la situación experimental; en la recogida y análisis de datos; en la interpretación de resultados y su publicación (García y Pérez, 2017).

 

Paralelamente,  se debe destacar en la sociedad española el cambio experimentado y protagonizado por las mujeres en los últimos 40 años en todos los ámbitos de la realidad social: educativa, familiar, sexual, laboral y política,  por ejemplo:   su incorporación a los estudios universitarios y a la carrera docente e investigadora. Este hecho ha sido consecuencia y a la vez causa de cambios más amplios en la sociedad como la opción por la crítica al conocimiento recibido y la voluntad colectiva de su transformación como un aspecto clave –tanto teórico como político- del proyecto emancipatorio del feminismo.

 

Superar un orden político de desigualdad y dominación requiere una transformación epistemológica; la creación de nuevas categorías de análisis, de preguntas que estaban silenciadas o sin formular, de nuevas gafas cognitivas para observar el mundo, interpretarlo, poner nombre a lo innombrado, elaborar teorías explicativas de la desigualdad y alternativas feministas para una nueva sociedad. Con esta convicción surgió el denominado feminismo académico en las universidades españolas que, junto con otras fuerzas feministas,  promovieron el cambio que estamos reseñando,  fuera y dentro de las instituciones académicas. Como resultado se produjeron importantes transformaciones económicas, políticas y nueva normativa.

 

            Sin duda, la aprobación de la Ley de Igualdad, en el 2007,  marcó un acontecimiento clave en la sociedad española al situar la igualdad como eje y exigencia de justicia e indicador de la calidad democrática.  Fue el inicio del desarrollo de las políticas de igualdad en todos los niveles de la organización del país: el estatal, el  autonómico y  el local,  al tiempo que se adecuaba y cumplía con los compromisos internacionales contraídos.

 

Con el objetivo de lograr la igualdad efectiva entre mujeres y hombres, la creación de las unidades de igualdad  en las universidades se convirtió en  una obligación señalada en la Ley orgánica 3/2007 del 22 de marzo y en la Ley orgánica de las  universidades.  En la página oficial de la Unidad de igualdad  de la UAM, que cambió su denominación por el de “Igualdad de género”,  se menciona de manera recurrente que la UAM es una universidad comprometida con la igualdad efectiva entre mujeres y hombres con el fin de poder  lograr una sociedad más desarrollada y más justa. Este compromiso se materializa en la constitución del IUEM en el año 1993 tras una sostenida labor de investigación desde 1979. También se menciona la creación en el 2007 del “Observatorio de Género” en donde se  elaboró el I Diagnóstico sobre la Igualdad.

 

En diciembre de 2009 se creó en la UAM la unidad de igualdad, articulada en el organigrama de la universidad en el marco del Vicerrectorado de Cooperación y Extensión Universitaria. Su objetivo es elaborar y desarrollar, en todos los ámbitos universitarios, los programas necesarios para impulsar las políticas de igualdad y coordinar las acciones específicas que se han de llevar a cabo  en los distintos órganos y servicios universitarios.

 

            Es importante señalar que el II Plan de igualdad (2015-2018) asume conceptualmente la desigualdad de género como un aspecto estructural de la organización social y por ende,  de la institución (Maquieira, 2010) por lo que  requiere una intervención de carácter transversal que abarca  las diversas instancias de la organización universitaria, la cual tiene  5 ejes con sus respectivos objetivos específicos, acciones y responsables de su gestión e implementación; estos son: 1. Creación de una cultura de igualdad.  2. Igualdad en el trabajo. 3. Docencia 4. Investigación. 5. Participación en la toma de decisiones.

 

Quiero destacar la retroalimentación entre los objetivos y acciones del II Plan de igualdad y la coparticipación del IUEM. Un ejemplo  de esa sinergia ha sido la participación de ambas instituciones en el diagnóstico de la desigualdad en la universidad así como el nombramiento de sus directoras entre integrantes destacadas del IUEM.

 

Otro de los aspectos de esa retroalimentación y la importancia otorgada a la transformación del conocimiento se manifiesta en los objetivos del plan dedicado a docencia e investigación, el cual  tiene como entidad responsable de la implementación al Instituto universitario de estudios de la mujer (IUEM) junto con los vicerrectorados involucrados en dicha gestión. Entre los objetivos del plan señalo los siguientes: fomentar la óptica de género en los estudios de grado; consolidar los estudios de género en los programas de posgrado; crear materiales docentes ajustados a la ley de igualdad y los objetivos referidos a investigación; promover la presencia activa de mujeres en la investigación; incorporar la perspectiva de género en los contenidos de la investigación; difundir las investigaciones realizadas desde un enfoque de género. 

 

Destaco este hecho porque el Instituto universitario de la mujer, de la UAM, es el único Instituto de investigación mencionado explícitamente con cometidos específicos,  al mismo nivel que los órganos centrales de la política de la institución. Este hecho, se debe, sin duda, al reconocimiento de la trayectoria acreditada del IUEM en la creación, transmisión, difusión del conocimiento y su papel transformador en nuestra universidad y en su transferencia a la sociedad. Algunas de sus  iniciativas se reseñarán  en el siguiente apartado y constituyen las señas de identidad y perfil de la institución a lo largo de décadas.

 

Algunas iniciativas transformadoras desde el IUEM

 

En este apartado sólo me referiré al IUEM por ser el tema  de esta comunicación,  pero es ineludible resaltar que en las últimas 4 décadas se han consolidado los estudios de género en las universidades del estado español con programas de investigación y docencia en este campo (Ortíz  et.al, 1999) 

 

Las iniciativas a las que me referiré e impulsadas desde el IUEM, pueden considerarse hitos en el avance de la transformación del conocimiento y han sido también  producto de una tarea colectiva,  generada junto con otros grupos de investigación y centros homólogos,  tanto en el ámbito internacional como con colegas de otras universidades del estado español. Enumeraré 6 por su continuidad e impacto:

 

En primer lugar y, como he mencionado anteriormente, las jornadas internacionales de investigación interdisciplinaria cuya primera edición se celebró en 1981; con ellas se hizo visible la apuesta colectiva de una nueva comunidad académica que, pese a todas las dificultades en hacerse escuchar y obtener reconocimiento, expresaba su convicción en la capacidad de renovación de la universidad a través del desarrollo de unos conocimientos sin sesgos sexistas y capaces de alentar un futuro no discriminatorio. Esta apuesta colectiva sólo podía lograrse a  largo plazo, por eso aquellas primeras jornadas también pueden considerarse un hito en cuanto desencadenante de nuevas decisiones y posibilidades (Maquieira, 2005). 

 

Las jornadas se convirtieron desde aquel momento y hasta hoy,  en una cita bianual en donde  se ha ido construyendo la genealogía de un nuevo conocimiento en expansión que ha tenido como referente la labor pionera de aquellas mujeres que abrieron camino y que fueron el germen de otros centros homólogos en otras universidades y donde,  las que entonces eran jóvenes estudiantes o profesoras,  se han transformado en reconocidas docentes e investigadoras. Las sucesivas jornadas han demostrado el efecto multiplicador de los foros abiertos al debate en torno a temas monográficos abordados desde perspectivas interdisciplinarias y enfocadas hacia  la sociedad y a la vida política. 

 

Los textos de esos encuentros han dado origen a una colección de libros del IUEM. Casi cuarenta volúmenes en papel y digitalizados que a hoy constituyen la huella de esa lucidez colectiva que transformó el malestar de la cultura en insumisión intelectual y generó un enorme caudal intelectual. En sus páginas han quedado fijados los cuestionamientos epistemológicos y metodológicos del conocimiento heredado en las diversas disciplinas. Están también presentes las discusiones sobre la construcción de las diversas teorías feministas a través del tiempo; los resultados de investigaciones que ponen de manifiesto la contribución de las mujeres al bienestar; la transformación social y política en diversos contextos históricos y socioculturales y los ejes temáticos innovadores que han aglutinado a académicas y profesionales tanto del ámbito nacional como del internacional. Asimismo, se publican los resultados de algunas de las investigaciones realizadas en el Instituto.

 

La segunda iniciativa es el Premio Ángeles Durán de innovación científica en estudios de las mujeres y del género,  creado en el 2004 y que coincide con el 25 aniversario del IUEM.  Se creó por expreso deseo de la Doctora María Ángeles Durán, con el fin de incentivar la investigación y la creatividad individual y colectiva desde la perspectiva de género.   Para este fin,  donó la aportación económica del Premio de investigación en ciencias económicas, sociales y jurídicas  Pascual Madoz, que había recibido en el año 2002. No fue fácil convencer a María Ángeles que el premio llevara su nombre,  en coherencia con lo que defendíamos en el plano teórico, es decir, la necesidad de reconocimiento de la trayectoria de las mujeres y su individuación sin menoscabo del proyecto colectivo que, por el contrario, lo refuerza. Aceptó que así fuera y desde entonces la convocatoria y la entrega del premio se lleva a cabo, cada dos años, coincidiendo con la celebración de las Jornadas interdisciplinares de investigación. 

 

Se han celebrado ocho ediciones, la última en el 2016 y se han presentado más de 600 obras provenientes de España y América Latina ya que hasta el momento sólo se admiten trabajos en español.  Las excelentes obras presentadas y la trayectoria de personas y equipos muestran la creatividad de una comunidad científica que prestigia el premio y nos compromete a seguir trabajando por su continuidad. Esta nutrida demanda refleja la identificación con un premio asociado a un nombre y a una trayectoria institucional convertida en referente de investigación de calidad.

 

La tercera iniciativa hace referencia a la  maestría universitaria en Estudios interdisciplinares de género que ofrece el IUEM desde 2005, como  respuesta a las demandas de personas expertas en la materia que desean investigar, diseñar y aplicar políticas de igualdad con el fin de lograr una sociedad más igualitaria.   En los últimos años el modelo que se ha consolidado en muchas universidades es el de la especialización intensiva, que puede ser más generalista dentro del marco de los estudios de género o más centrado en aspectos como la violencia de género, las políticas públicas o género y desarrollo. 

 

En la Universidad Autónoma de Madrid los objetivos de la Maestría  se encuadran dentro de la promoción de la igualdad de género;   formación que demandan las políticas comunitarias europeas, la legislación nacional y autonómica,  así como los compromisos internacionales en materia de igualdad y no discriminación entre mujeres y hombres. La matrícula se ha mantenido en aproximadamente 40 estudiantes cada curso académico. 

 

En el modelo de especialización intensiva, de esta Maestría  se analiza e incorpora el acervo de los estudios de género y la teoría feminista en las distintas áreas del conocimiento (historia, economía, ciencias de la salud, antropología, filosofía). Se propone una revisión crítica del conocimiento heredado (lo que implica una labor de deconstrucción) y una tarea de construcción de modelos alternativos que reconfiguren los marcos teóricos habituales.

En este modelo se profundiza en el análisis de género, procurando que el alumnado adquiera una profesionalización y especialización en género que de otra manera,  sería muy difícil de alcanzar.

 

¿Qué es lo que han aportado los estudios de postgrado de género? En primer lugar, han producido nuevas aproximaciones a viejas cuestiones. Frente a un saber eminentemente androcéntrico, los estudios de género han sacado a la luz la falsa neutralidad y el falso universalismo de muchos paradigmas teóricos. En segundo lugar y, puesto que los postgrados tienen un fuerte componente de capacitación profesional,  han permitido incidir directamente en el cambio social, mediante la formación de profesionales que desde su incorporación al mundo laboral, podrán trabajar como personas expertas en promover la igualdad entre mujeres y hombres. Por último,  mediante los postgrados de género se han creado nuevas identidades públicas profesionales que incidirán en la sociedad como agentes de un saber crítico que postula la igualdad entre mujeres y hombres.

 

También se ha planteado como tarea a corto plazo, recabar más datos sobre la empleabilidad de las personas  egresadas, atendiendo a los siguientes aspectos:

  • Detectar nichos de trabajo que requieran expertas en igualdad. 

  • Analizar los resultados de la presencia de profesionales con formación en género.  en el mercado laboral y los efectos de cambio social. 

  • Valorar la incidencia de la aplicación de la LO de igualdad (LO 1/2004) y los cambios legislativos en las trayectorias profesionales. 

  • Investigar si las personas empleadoras han considerado relevante la formación en género para el puesto de trabajo.

  • Hacer visibles los posibles obstáculos y resistencias a la igualdad en las  trayectorias profesionales.
     

    Es importante señalar  que se han realizado algunos  estudios al alumnado que se matricula en esta maestría y se puede concluir que la  mayoritaria de ellos y ellas proceden de  disciplinas como trabajo social, educación, antropología, ciencias políticas, derecho y  corresponden precisamente a aquellos campos más relacionados con la intervención y la transformación social y también con aquellas áreas de conocimiento donde los estudios de género han tenido un fuerte desarrollo (Sánchez, 2017)

 

   La cuarta iniciativa es el doctorado interuniversitario en estudios interdisciplinares de género, el cual constituye una apuesta novedosa por su formato y  por la dinámica docente e investigadora basada en la articulación de distintos grupos de investigación especializados en estudios feministas y de género y distribuidos por la geografía española.  Responde a una demanda formativa al máximo nivel de especialización como consecuencia de la trayectoria docente e investigadora de los distintos institutos, seminarios y grupos de investigación que la desarrollan. Participan en este programa 8 universidades (Universidad Autónoma de Madrid, Universidad Alcalá de Henares, Universidad de Alicante, Universidad de Huelva, Universidad Islas Baleares, Universidad Jaume i Castellón, Universidad de La Laguna, Universidad Rey Juan Carlos) y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

 

    Este programa de doctorado se nutre de las líneas de investigación prioritarias en materia de género que se desarrollan en cada centro de investigación y a la vez,  fomentan un cruce interdisciplinar y de líneas de trabajo entre los diversos centros especializados en estudios feministas multiplicando su impacto en la formación de sus estudiantes.  Actualmente  hay más de 100 tesis inscritas en el programa.

 

    La quinta iniciativa es la asignatura transversal “La igualdad de género en la sociedad contemporánea” que se dirige a estudiantes de grado de cualquier titulación como asignatura optativa y con reconocimiento de créditos. Se pretende dar a conocer las complejidades del mundo globalizado y el alcance de las desigualdades entre mujeres y hombres. Esta asignatura ofrece una aproximación interdisciplinar al estudio de los problemas más relevantes y a las respuestas y explicaciones que se van elaborando desde el amplio campo de la investigación feminista.

En definitiva, se pretende abordar y alcanzar una verdadera perspectiva transversal de los estudios de género, tanto a nivel de grado como de postgrado, incidiendo expresamente en aquellas áreas de conocimiento en las que tradicionalmente ha habido  desatención.  Lograrlo es una tarea en la que debe implicarse la comunidad académica universitaria para corregir los déficits en la inclusión de las mujeres como objetos y sujetos del conocimiento.

 

La sexta y última iniciativa es la Cátedra UNESCO Red Unitwin en “Políticas de género e igualdad entre mujeres y hombres” que nació en noviembre de 2009 mediante convenio de la Dirección General de UNESCO y el rector de la Universidad Autónoma de Madrid. Hay que destacar que es la primera Cátedra UNESCO de la UAM y la primera con el objetivo de igualdad de género en todo el estado español. Fue producto de la larga y sólida trayectoria del IUEM, Instituto universitario de estudios de la mujer, del apoyo de la UAM a las iniciativas del Instituto y del reconocimiento a las investigaciones de la Dra. María Ángeles Durán a quien desde instancias nacionales e internacionales se le propuso  dicha Cátedra.

 

La Cátedra se inscribe en el programa Unitwin que UNESCO creó en 1992 para los centros de enseñanza superior. UNITWIN, abreviatura de “University Twining and Networkng” (hermanamiento e interconexión de universidades) es un instrumento para desarrollar  competencias en instituciones académicas mediante el intercambio de conocimientos e impulso de la solidaridad internacional. Propicia la cooperación Norte-Sur-Sur y la conexión entre universidades como factor de desarrollo. 

 

El Programa UNITWIN de Cátedras UNESCO fue concebido para fomentar la investigación, docencia y el desarrollo de programas en las esferas de competencia de la UNESCO mediante la creación de redes que promuevan la formación y movilidad universitaria.  Se trata de promover la circulación transfronteriza del conocimiento  a través de la docencia y la investigación.

 

 En 2007,  el Consejo Ejecutivo de la UNESCO dio un nuevo impulso a este Programa,  exhortando a la creación de unidades amplias interdisciplinares capaces de afrontar los retos del mundo actual y haciendo énfasis en su función de laboratorios de ideas y puentes que articulen los círculos universitarios de investigación, la sociedad civil, las comunidades locales y los responsables de políticas.

 

En este marco,  la Cátedra de la UAM participa activamente en la Red Global de Cátedras UNESCO en estudios de género,  desarrollando publicaciones digitales, elaboración de documentos, encuentros para promover contribuciones estratégicas al Programa general de UNESCO y al Plan de acción de igualdad de género. Se mantienen líneas de colaboración con otras Cátedras UNESCO Red Unitwin de España a través de seminarios, jornadas y cursos dedicados al análisis y propuestas de aplicación de la agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. La interconexión con otras universidades se produce también a través de proyectos de investigación europeos y nacionales.

 

Paradojas, contradicciones y retos

 

Lograr la igualdad de género en el marco de las universidades y cuestionar las bases patriarcales de la docencia y la investigación es un proceso de largo aliento que en su transcurrir se encuentra con muchos obstáculos, resistencias y contradicciones. Algunas de esas resistencias son de carácter ideológico con comportamientos reactivos ante los procesos de cambio impulsados desde el feminismo académico. En otros casos se debe a las inercias de una institución diseñada sobre otras reglas de juego, con un tipo de organización institucional y estructural que reproduce la desigualdad a través de múltiples mecanismos sutiles y muchas veces invisibles enraizados en los procedimientos de rutina de la institución. 

 

Sea por unos motivos u otros, la consecuencia es que se presentan paradojas y contradicciones que revelan la complejidad del funcionamiento de la institución ante los procesos de cambio que demandan  la igualdad como objetivo fundamental y ponen de relieve algunas dificultades para su consecución. Fijarse en las paradojas y contradicciones permite explorarlas como oportunidades y potencialidades para articular formas alternativas de acción política y académica. Las universidades son producto de la acción social, procesos que se construyen día a día y lejos de ser ámbitos académicos descontextualizados se pueden  contemplar también como espacios de lucha sobre sus reglas y normas, sobre sus significados, prácticas y propuestas organizativas y de trabajo. Desde esta perspectiva, señalaré algunas paradojas que atraviesan los procesos de cambio que se estan viviendo. 

 

La primera de ellas hace referencia al desarrollo de un marco normativo en materia de igualdad y al mismo tiempo su incumplimiento en el momento crucial de la reorganización docente en el denominado proceso de Bolonia. La paradoja quedó patente en el establecimiento de las titulaciones de grado y posgrado como consecuencia del nuevo espacio europeo de educación superior que tuvo un origen destacado en la Declaración de Bolonia,  firmada por 29 ministros de educación europeos y que da nombre al que se considera Proceso de Bolonia. En dicha declaración se sientan los fundamentos del nuevo espacio de educación superior que ha finalizado su implementación en el año 2010. 

 

Como se ha  visto en el apartado anterior, en el curso 2005/2006 se inició en la UAM, la  maestría en Estudios interdisciplinares de género (MEIG). En ese momento,  la introducción de estudios de postgrado especializados en género y teoría feminista, se producía en una confluencia de circunstancias en la que las nuevas medidas legislativas eran causa y a la vez  consecuencia de la acción de los movimientos de mujeres y del feminismo académico desplegado en las universidades.

 

            A nivel legislativo, la LO 1/2004 sobre medidas de protección integral contra la violencia de género,  en su art. 4.7 establecía que “las universidades incluirán y fomentarán en todos los ámbitos académicos la formación, docencia e investigación en igualdad de género y no discriminación de forma transversal”. Y la LO 3/2007 de igualdad efectiva de mujeres y hombres, en su artículo 25.1 señalaba que: “en el ámbito de la educación superior, las administraciones públicas competentes fomentarán la enseñanza y la investigación sobre el significado y alcance de la igualdad entre mujeres y hombres. Por consiguiente, el marco legislativo, tanto nacional como europeo, propiciaba e impulsaba la institucionalización de la docencia e investigación en igualdad entre mujeres y varones y los postgrados de género.

 

Estos postgrados se ponían en marcha prácticamente al mismo tiempo que se daba la reconversión de las antiguas licenciaturas  dentro del proceso de Bolonia. Como se ha podido constatar, en muchas universidades en las que las antiguas licenciaturas tenían asignaturas específicas de género en todas las áreas de conocimiento, aunque la mayoría de ellas reconocidas como asignaturas optativas (Ortiz Gómez, 1999) el proceso de Bolonia supuso un importante retroceso,  ya que condujo a la reducción de materias que imponían los nuevos grados, lo  que se tradujo en una desaparición de las asignaturas de género o una muy notable reducción de ellas. Si bien el Plan Bolonia optaba por la transversalidad de  la igualdad entre mujeres y hombres, en la práctica, dicha transversalidad se quedaba en una fórmula escrita para las memorias de aceptación de los nuevos planes de estudio que la Agencia evaluadora de la calidad (ANECA) como  organismo encargado de aprobar los planes de estudios, debía dar, sin que hubiese una indagación y seguimiento posterior que valorara el cumplimiento de la normativa establecida. 

 

Por consiguiente,  se puede  concluir que en el momento de entrar en escena las maestrías  de género, se presenta  una situación que no dejaba de ser paradójica: por una lado la existencia de un marco normativo muy avanzado y políticas públicas de igualdad que instaban a las universidades a la inclusión de estudios especializados de género a nivel de grado y postgrados específicos y, por otro lado, una dejación de las universidades en el cumplimiento efectivo del nuevo marco legislativo (Sánchez Muñoz, 2017). La lucha entre departamentos y facultades por conseguir cuotas de asignaturas y créditos como expresión del poder académico fue la causa de la exclusión de las asignaturas de género en los planes de estudio que con mucho esfuerzo se habían logrado incorporar. Esta exclusión afectó, como es lógico, a personas concretas, expertas en materia de género y que desarrollaban esa docencia. Está pendiente, como tarea inexcusable, documentar y hacer visible esa microhistoria de exclusiones al interior de cada universidad y que manifiesta las relaciones de poder en los departamentos, áreas de conocimiento y facultades.

 

Otra paradoja conectada con la anterior tiene que ver con el tipo de innovación organizativa y académica, producto de la interdisciplinariedad de la docencia y la investigación y  que surge desde los centros especializados en estudios feministas y de género. La innovación debe hacer frente a  una organización universitaria en torno a los departamentos y desde los cuales se establecen decisiones claves para la distribución de la docencia, el reclutamiento del profesorado y la adjudicación de plazas docentes.  Los estudios de género, organizados en la mayoría de las universidades como institutos de investigación, seminarios o centros, pero no como departamentos;  se encontraron fuera de un juego que, en lugar de privilegiar la interdisciplinariedad, primaba la lógica de conocimientos estancados, de acuerdo con las estructuras departamentales que siempre habían funcionado en la universidad. 

 

Una de las consecuencias de esta situación afecta la gestión de los posgrados,  ya que en gran número de universidades carecen de personal de administración y servicios para realizar estas tareas y dado que la docencia que se imparte no pertenece a un departamento concreto,  es bastante difícil conseguir, pese a que se trata de enseñanzas oficiales, el reconocimiento de la docencia impartida en el marco del posgrado impulsado desde el instituto,  lo cual aumenta la dedicación docente del profesorado sin lograr reconocimiento de su tarea. 

 

A estas dificultades internas se suman otras externas que tienen que ver con la evaluación. Las evaluaciones de los posgrados se llevan a cabo por la agencia evaluadora y sus  distintas comisiones evaluadoras se organizan en torno a ramas de conocimiento que llevan a cabo el proceso de evaluación. Sin embargo, en dichas comisiones no hay personas expertas en estudios de género, de tal manera que la evaluación se centra sólo en aspectos formales y muchas veces contraproducentes,  pero sin entrar en cuestiones sustantivas. Desde los institutos, centros y seminarios de estudios de género se ha venido demandando, de manera reiterada a la agencia nacional evaluadora,  la inclusión de personas expertas en género en las distintas comisiones de evaluación.

 

La tercera paradoja se centra en el modelo de especialización intensiva interdisciplinar que finalmente se ha consolidado,  a pesar de las dificultades.  El modo de creación y transmisión del conocimiento saca a la luz las inercias asentadas en las universidades en torno a los departamentos, vistos  como compartimentos estancos,   pero que son las unidades de gestión y docencia en torno a los cuales se organiza la universidad. 

 

Al mismo tiempo, paradójicamente, en nuestra propia universidad y en otras se alienta la interdisciplinariedad  académica e investigadora como criterio de excelencia,  siguiendo las propuestas y objetivos emanados del espacio europeo de investigación,  creado como un área unificada que permite la movilidad e interacción entre las personas  investigadoras y los programas de investigación;  capaces de afrontar los  grandes retos de  las sociedades actuales y, a través de consorcios a escala mundial,  generar iniciativas internacionales para resolver los problemas globales. Conviene no olvidar que esta unión para la innovación se centra en cinco prioridades y una de ellas es la igualdad de género y la perspectiva de género para fomentar la excelencia científica. Asimismo, el programa de investigación Horizonte 2020,  cuya ejecución es el período 2014-2020,   gira en torno a tres prioridades una de las cuales es: afrontar los retos sociales y, de manera transversal,  aboga por ampliar  la participación en las ciencias  y por ello se defiende la “ciencia con y para la sociedad”.

 

La visión estratégica del espacio europeo de investigación,  adoptada en 2010 y que ha de cumplirse a lo largo de la década, pretende romper la segregación horizontal y vertical que hoy existe en la ciencia europea y  en la española. La excelencia y la innovación científica para hacer frente a los grandes retos requiere utilizar todos los talentos sin exclusiones y por ello es preciso desarrollar políticas de género para suprimir los sesgos y promover la excelencia (Sánchez de Madariaga, 2011).

La situación de exclusión en la práctica de las asignaturas de género, tanto  en grados como en  postgrados,  presenta una notable paradoja ya que se estaba dando cuando simultáneamente se desarrollaba una alta producción científica y académica de los estudios feministas y de género en nuestro país y un importante reconocimiento y visibilidad  pública.  Desde los años ochenta y noventa,  tal como ha puesto de manifiesto en distintas publicaciones relevantes, se podía constatar una proliferación de centros universitarios especializados en dicha temática. Desde entonces, además de crear estudios de género en posgrados generalistas y en los interdisciplinares focalizados en temáticas específicas, se han realizado importantes investigaciones en el marco del Plan Nacional de Investigación. Con este plan se consiguió la creación de  un área temática de “Feminismo y Estudios de Género” (FEM) que ha posibilitado el impulso de la investigación de calidad y la interconexión con otros  equipos de investigación tanto en la geografía nacional como internacional. Esta red GNet es un buen ejemplo de ello.

 

Se está ante  un escenario complejo, de fuerzas de cambio contradictorias, de forcejeo entre lo viejo y lo nuevo, que generan paradojas y tensiones,  pero son procesos abiertos sobre los que se puede  actuar y estamos bien pertrechadas,  ya que desde hace muchas décadas,  defendemos y practicamos muchos de los criterios que hoy se consideran la clave de la excelencia académica, la justicia y el bienestar para  las sociedades del siglo XXI en la era global del conocimiento. 

 

Ante esta realidad que plantea muchos desafíos, es ineludible impulsar desde los correspondientes vicerrectorados, unidades de Igualdad e institutos universitarios de estudios de género medidas para corregir los déficits y las paradojas que se han  señalado. Desde el Instituto universitario de estudios de la mujer y la Unidad de igualdad de género de la Universidad Autónoma de Madrid nos hemos planteado dar respuesta a los siguientes retos aunque desborda el estricto marco de una sola institución:

 

- Reforzar la retroalimentación y la sinergia del IUEM y la Unidad de igualdad y los vicerrectorados competentes para alcanzar una incorporación transversal de los estudios de género,  tanto en los grados como postgrados con reconocimientos de créditos. 

- Introducir asignaturas o módulos de perspectiva de género en cada postgrado,  tanto en ciencias sociales y humanidades como en ciencias experimentales.

- Incorporar, a la formación continua del profesorado, la igualdad de género como línea estratégica de la innovación docente con reconocimiento en las puntuaciones del baremo para su promoción académica.
- Presencia de los estudios de género en las convocatorias competitivas de investigación (europeas, nacionales, autonómicas y propias de las universidades).

- Participación activa y coordinada en las asociaciones de investigadoras y docentes para promover alternativas y demandar de los poderes públicos nacionales y europeos el cumplimiento de los compromisos en materia de igualdad. Destaco,  por su capacidad de aglutinar e incidir a la Asociación de mujeres investigadoras y tecnólogas (AMIT); la Plataforma de estudios feministas y de género; la Red de unidades de igualdad (RUIGEU).

 

Para afrontar estos y otros muchos retos sigue siendo importante no dejar de preguntar y responder a las siguientes preguntas:

 

¿Quién crea el conocimiento?

¿Qué conocimiento?

¿Cómo se produce?

¿Para qué fines?

 

Referencias bibliográficas

 

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Durán, M.A. (2017) La imposible neutralidad de la ciencia. En C. García Sainz (Ed) Unidades  de Igualdad. Género y Universidad. Madrid: Universidad Autónoma de Madrid (en prensa)

Folguera, P. (1997) Democracia y cambio social. De la democracia representativa a la  democracia paritaria (1975-1996) (pp.549-571). En Garrido, E. (Ed.) Historia de las Mujeres en España. Madrid: Ed. Síntesis.  

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Sánchez, I. (2011) Políticas de Género en la Ciencia. Suprimir sesgos y  promover excelencia (pp.4-16) Libro Blanco 2011: situación de las mujeres en la ciencia española. Madrid: Unidad Mujeres y Ciencia, Ministerio de Ciencia e Innovación.

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